Llegara la calma


No puedo obligar a mi corazón a decirte adiós, por más que quiera, por más que lo intente porque es verdad que por mucho que el cerebro insista en que se borre, en que se olvide, el corazón no atiende a razones.

Es doloroso, toda despedida lo es. Y todo tiene su tiempo por mucho que yo me empeñe en quererlo ya, ahora. Supongo que sólo cabe esperar.

Y supongo que mientras espero se me hará eterno.

Sólo puedo hacer caso a mis sentmiento cuando quieran fluir, no se pueden reprimir ni querer controlarlos. Supongo que por eso ahora estoy así. Sin poder evitar llorar porque me pase un timpo conteniéndolos.

Y también es cierto que tampoco voy a dejar hundirme en las penas. No, porque al fin y al cabo el amor siempre es pasajero cuando no es el amor verdadero. O eso dicen.

No sé si el amor es eterno, no sé si se puede considerar como alma gemela a alguien que no te ama como tú a él pero lo que si sé es que la luz al final del túnel siempre la hay. Que el sol siempre brilla y trae la calma después de una tempestad. Que el arco iris siempre aparece Y que las cosas no se buscan, se encuentran.

Hay cosas que cambiar, cosas que seguramente cueste pero que hay que hacerlo. Igual que tampoco puedo pretender que la herida cicatrice de hoy a mañana.

Habrá días buenos y días peores. Pero, también habrá un momento en que los días buenos serán más que los días malos y todo habra sido una pesadilla de la que desperte.

Tal vez este mundo no es perfecto ni tampoco maravilloso como nos gustaría pero dicen que las sonrisas consiguen mejorarlo en algo. Toca sonreír.

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